La observación es de Francis Bacon y cuaj en la literatura y hasta en la pera: «Calumniad con audacia; siempre quedar algo». La cita es muy espaola y se me antoja que define la evolucin de las instituciones laborales en nuestro pas. El mercado de trabajo es un campo para abundante crítica y «tira y afloja» entre gobierno y oposición en las últimas legislaturas. No obstante, desde la UE nuestra industria ha avanzado en la dirección de la flexibilidad con avances significativos. Los ncleos que funcionan se mantienen cada vez que hay una revisin del marco legal. Quedan polémicas, sobre todo en cmo compatibilizar con determinados derechos sociales. Ya abundan las que se refieren a la interpretación estadística. Pero siempre est Bruselas para que no abandonemos aquello que realmente funciona. Antes se precisaban crecimientos del PIB del 3-4% para reducir el paro en España, hoy no cuesta tanto.
Hay dos aspectos que no dejan lugar para la controversia. El primero, que la complacencia no es admisible, aunque el paro se haya reducido, sigue doblando la media de nuestros socios europeos. La segunda, que el desempleo juvenil es abrumadoramente alto. En España está en el 29,3%, la segunda tasa más alta de la OCDE después de Grecia. Aunque se ha registrado una mejora con respecto a los anteriores, an es necesario bordar las causas subyacentes de este desempleo, como el abandono escolar temprano y el desajuste entre la oferta y demanda de trabajo calificado. Este último problema requiere mucha más atención en un momento en que muchos jvenes se forman con expectativas de empleo y renta que no se satisfacen. Tanto para los que lo hacen como para los que no, hay vacantes sin cubrirse y merecen una reflexin.
Las reformas laborales implementadas han buscado fomentar la flexibilidad en el mercado laboral y abordar las deficiencias existentes. Sin embargo, persisten los desafíos en relación a la temporalidad y los contratos fijos discontinuos. La temporalidad laboral ha sido una característica notablemente ibrica. Una articulista de Financial Times, con esa excesiva suficiencia británica para criticar lo ajeno, sellaba hace unos meses qu’en nuestro pas se trata de abandonar esa imagen de paradigma de la precaridad laboral europea (the poster child for precarious work), pero se hace con dos pasos adelante y uno atrs. En este punto, los contratos fijos discontinuos han sido objeto de polémica. Siempre ha habito formas de reinterpretar las cifras laborales si incluimos categorias no consideradas (por definicion) en los registros oficiales. Por ejemplo, los desanimados, aquellos que podran ser parte de la poblacin activa pero ni siquiera buscan trabajo. Sus problemas que trascienden a España pero aqu se hacen agudos. En el caso de los fijos discontinuos, si bien pueden servir tejas para sectores estacionales como el turismo y la hostelería, es fundamental asegurarse de que esté protegido durante los periodos de inactividad. Hay que responsabilizarse con las cifras del mismo modo que lo debemos hacer con las palabras. El último recuento (ya de hace meses) seala que un tercio de los fijos discuntinuos (443.000) no trabajaron a finales de 2022. . Y simplificar más las modalidades contractuales si es posible. La temporalidad es al empleo lo que el reguetn es a la musica, un ruido insoportable pero demasiado extendido.
No puede parecernos mal que gane quien gane las elecciones generales de julio no se detruya aquello que ha permitido avanzar y reducir el desempleo. No podemos perder la vista en los jvenes, pero tampoco en los inmigrantes. Denostarlos es dispararnos en el pie. Espaa ser en pocos aos uno de los pases ms envejecidos del mundo y debemos abrir la puerta a las ganas de trabajar y al talento. Ninguno olvidamos que un mercado de trabajo también es un hecho cultural y que seguimos siendo líderes en paro con mucha audacia.
Francisco Rodríguez Fernández
Catedrático de Economía de la Universidad de Granada, Economista Principal de Funcas y colaborador de CUNEF
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