La tormenta de los costes de edificación de viviendas amaina. Construir en 2023 fue un 0,9% más barato que el año anterior. Es la primera vez desde la pandemia que estos importes registran un descenso, aunque es tan leve que siguen siendo superiores a los de 2021, en torno a un 11,5% más altos y, por supuesto, no se han recuperado los niveles previos a la covid, según la constructora navarra ACR, que elabora desde 2015 el Índice de Costes de Construcción, una estadística privada.
El precio de la edificación residencial, que incluye el coste de los materiales, de su elaboración y de la mano de obra necesaria para su instalación, ha encadenado meses consecutivos de encarecimientos, especialmente desde enero de 2021 cuando se reactiva la demanda global tras la pandemia. Esa escalada de precios se acentuó con el estallido de la guerra de Rusia en Ucrania en 2022 y el consiguiente descontrol de los precios de la energía, lo que provocó que el coste de edificar alcanzase niveles récord y paralizase decenas de promociones de viviendas al descuadrar por completo las cuentas de las empresas promotoras. Ese año, el índice (con base 100 en 2015, es decir, que atribuye ese valor a lo que costaba levantar un edificio de viviendas en ese año) se colocó en 170,32 puntos.
Tras un comienzo de 2023 con tendencia alcista, incluso con máximos históricos en el segundo trimestre (se tocaron los 172,04 puntos), empezó a apreciarse una moderación en el segundo semestre, cuando las partidas con una alta dependencia del coste del petróleo y la energía para la fabricación de las materias primas comenzaron a estabilizarse. En el conjunto del año 2023 el índice que elabora y publica ACR se situó en 168,78 puntos. Aunque el coste es el segundo más alto de toda la serie desde 2015, apunta por primera vez a una moderación de la tendencia alcista y, sobre todo, despeja de alguna manera la incertidumbre que lleva tres años reinando en el sector de la edificación residencial.
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De la cubierta a la grifería
La partida que más acusó las bajadas en 2023 fue la de impermeabilización y cubiertas, cayendo su coste un 9,6%. Curiosamente un año antes fue la que más se encareció, al registrar un alza del 25%. Después están los precios de la vidriería y las divisiones interiores, que bajaron un 9,2% y un 6,9% interanual respectivamente. Las pinturas se abarataron un 6,8% y las carpinterías de madera bajaron un 2,5%. En el lado opuesto, los precios de aparatos sanitarios y la grifería subieron un 4,7% interanual y la carpintería exterior registró un incremento del 4,4%.
Sin embargo, el sector respira una calma tensa. Los responsables del índice hablan de “delicada estabilidad” para este 2024 y advierten de dos variables que podrían condicionar la evolución de los costes. Una es la potencial desaparición este año de las políticas destinadas a mitigar el impacto del coste de la energía, lo que podría provocar una nueva subida el precio de los materiales. Otra está directamente relacionada: “Algunos de los factores que repercuten de manera directa en los costes directos de construcción, como la inflación, el coste de la mano de obra, el coste de las materias primas o el precio de la energía, podrían registrar variaciones a lo largo del año”, según Guillermo Jiménez Michavila, director general de ACR. Sin obviar el escenario macroeconómico y la evolución de la política monetaria, ya que la bajada de tipos que se prevé para mediados de año podría provocar una subida en el coste de las materias primas.
Uno de esos potenciales peligros es la mano de obra, ya que los salarios de los trabajadores del sector mostraron cierta estabilidad a lo largo de 2022 con la finalización de algunos proyectos, pero volvieron a registrar ligeros incrementos en 2023. No es descartable que este año sigan al alza por la reactivación del sector y un mayor dinamismo del mercado. “Esto pondría de manifiesto la baja disponibilidad de talento cualificado como uno de los problemas estructurales del sector”, dicen en ACR.
Desde hace tiempo el sector avisa de las graves consecuencias que tiene la falta de mano de obra cualificada y de que esa carestía hace insostenible el modelo productivo actual de edificación residencial. Esta misma semana, David Martínez, consejero delegado de la promotora cotizada Aedas Homes, hablaba en un encuentro sobre ingeniería civil de la falta de capacidad por parte del sector para construir más y lo resumía en una frase muy reveladora: “El albañil es un espécimen en extinción”. Esa falta de mano de mano está poniendo en el punto de mira la construcción industrializada como la única alternativa de futuro para el sector.
A pesar de las cautelas, la constructora ACR no espera variaciones drásticas de los costes en 2024, ya que “las variables que pueden afectar al comportamiento del mercado son ligeramente más predecibles que en años anteriores, por lo que permiten anticipar el comportamiento del mercado y analizar de forma más fiable la viabilidad de los proyectos inmobiliarios”, considera Jiménez Michavila.
El Índice de Costes de Construcción se elabora a partir de los precios pagados en las obras residenciales de la Comunidad de Madrid, pero al presentarse como un indicador de base 100 se considera representativo del conjunto del sector porque no da importes concretos, sino que analiza la evolución al alza o a la baja de las diferentes partidas. También contempla los gastos de instalación y personal, por lo que, en conjunto, ACR calcula que supone un 80% de los costes directos que hay en una obra. El 20% restante depende de las especificidades de cada proyecto.
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