El Ejecutivo quiere reformar el sistema con nuevas herramientas que reduzcan la volatilidad de las facturas
El Gobierno ya tiene su propuesta para reformar por completo el mercado eléctrico de la Unión Europea. Desde el inicio de la crisis energética, tanto Pedro Sánchez como la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, han incidido en varias ocasiones en la necesidad de cambiar un sistema que considera obsoleto y sobrepasado por los vaivenes en el precio del gas. No Quieren abandonar el mercado actual, pero sí crear nuevas herramientas que reduzcan su impacto en el coste de la electricidad, con nuevos mercados de capacidad para el ciclo combinado, el almacenamiento y la gestión de la demanda.
Para escuchar la propuesta hay que escuchar también cómo funciona el sistema con el que se quiere romper, que ha tensado de ma e excepcionalmente durante la actual crisis energética. Además, se construyó hace ya más de dos décadas, cuando las renovables apenas se habían desplegado y su aportación al mix era mínima (España, por ejemplo, roza actualmente el 50% de generación ‘vert’ y en el 98 suponían tan solo en torno al 10%). Sin embargo, debemos ayudar, en principio, a su uso, porque funciona como una subasta inversa en la que cada productor pone en venta su electricidad al precio que quiere y luego cobrará por ella lo que se paga por la última tecnología en trar al mercado .
En la práctica, se supone que las fuentes inframarginales -eléctricas, fotovoltaicas o nucleares, por ejemplo- con un coste muy bajo se venden al precio que cuesta generar electricidad con gas en las centrales de ciclo combinado, que es la tecnología más cara Porque ahora mismo este hidrocarburo lo es (y también habría que tener en cuenta el pago por las emisiones de CO2). If no hiciese falta recurrir a ellas, el precio caería hasta la siguiente fuente que, al no tener que pedir, como poco, lo mismo que ha costado su materia prima, tendrá un coste muy inferior. Esto que las renovables se benefician y resulte Rental su uso: su producción es muy barata y se pagarán siempre al precio de sus rivales.
El Gobierno consideró que, con la volatilidad del precio del gas, el sistema de fijación marginalista produce un efecto contagioso que afecta al consumidor y por eso propone esta modificación. Aunque, en realidad, hacía tiempo que quería reformarlo. De todos los modos, no desaparecera el mercado diario; simplemente quieren que reduzca su peso y que haya también un mercado a plazo que s’adapte a cada tecnología y al sistema energético de cada país, con sus particularidades y usos.
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La propuesta parte de la premisa de que el mercado actual, diseñado únicamente para la venta de energía, “no es el adecuado para enfrentar los desafíos de la decarbonización ni la creciente volatilidad de los mercados de materias primas”, según una presentación publicada por el Ministerio de Transición Ecológica. Así, quieren combinar el mercado a corto plazo con otros contratos a plazo de energía y con contratos de capacidad.
Los primeros requieren la intervención de un regulador y permitirían garantizando ingresos estables durante toda la vida útil de las nuevas plantas de generación. Las renovables tienen costes de operación bajos, pero costes de inversión altos y esto ayudaría a recuperarlos. De este modo, eliminarían los riesgos para quienes invierten en ellas, pero al mismo tiempo combatirían la volatilidad.
En el caso de las renovables intermitentes -básicamente, eléctrica y fotovoltaica- si hay contratos diferentes, parece que los hay -aunque en España aún no ha entrado en operación, hay un marco establecido- que firma el regulador con cada uno de los adjudicatarios de las subastas. En grandes casos, supone un compromiso de acumular una fuerte cantidad de energía durante un periodo de tiempo suficientemente largo en el que el sistema se compromete a adquirirla. Así, asumir el riesgo económico del productor -le pagará lo que invirtió- tiene un precio fijo.
Mientras, en los contratos hidráulicos y nucleares se incluirán, más flexibles y manejables, un incentivo para estar disponible y producir en esas horas en las que el precio del mercado est mas alto, que es cuando entra en juego el ciclo combinado y dispara el precio. Existen allí niños inframarginales la nuclear y la hidráulica. Las renovables podrán ir desplazándolas poco a poco, pero a una velocidad que no evitará que mientras tanto reciban lo que el Gobierno considere beneficios extraordinarios, pero deben encontrar su lugar en una mezcla energética que cada vez es más intermitente. Con los contratos por diferencias garantía de rentabilidad, y que funcionarían de ma similar, pero incluyendo un incentivo por disponibilidad.
Por su parte, para las marginales -en España, el gas y en muy menor medida el carbón- seguirían funcionando hasta ahora en términos de electricidad, pero se articularía un nuevo instrumento: los contratos de capacidad. Es decir, además de energía el mercado permitiría contratar firmza, seguridad de suministro, y las centrales de ciclo combinado recibirían ingresos por el simple hecho de estar disponible para entrar en funcionamiento cuando hiciesen falta. En realidad, es otra figura que ya existe, pero como algo excepcional, casi de último recurso y muy complicado de llevar a cabo. Los mercados de capacidad permitirían asegurar el suministro a largo plazo con un sistema con amplio porte de fuentes renovables intermitentes.
El impacto de esta reforma, de todos modos, será gradual, porque el precio que tiene la electricidad siempre va a estar definido por el costo de generar esta electricidad -no se va a vender à pérdidas- y mientras el gas tenga protagonismo, será protagonista tangencial. Y, en cualquier caso, la diferencia entre el precio que tiene ahora la luz y la que tiene con esta propuesta, que es para toda la union europea, dependiendo de la mezcla de cada país y de cómo vaya evolucionando. El Ministerio sí transmitió que la posición de partida de España es muy privilegiada por su uso de energías renovables y sempre sí positivo que la estabilidad y la volatilidad sean menores, pero, al menos por el momento, no se pueden los plazos y la repercusión económica que tengo.
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